Introducción
El tema de la cultura política y caciquismo, es sumamente importante y actual, que nos hace reflexionar, como muchas naciones en vías de desarrollo practican ese tipo de gobernación y/o liderazgo. A través de las semanas que hemos trascurrido se ha aprendido que no solamente el líder carismático le es suficiente para liderar, existen otros ingrediente necesario para transformar, se debe de cumplir factores como: auto-descubrimiento de procesos, además construir un marco de valores, que sirve de base para la formación de una visión colectiva y/o compartida.
El caciquismo pertenece a la jerarquía política que encarna autoridad,
poder, sumisión que difiere a los conceptos éticos para desarrollar un
liderazgo próspero. Carece de ideales bien orientados, no desarrollan el bien
común, tienen pensamientos subjetivos, no cultivan una sucesión política
trasparente, al contrario practican el nepotismo, y más bien, el caciquismo
pertenece al clientelismo.
2. Desarrollo
A través de la historia, los países latinoamericanos han
pasado por un proceso traumático de
colonización, que en la mayoría de los países ha producido cicatrices, y en la
actualidad muchas, no se han sanado; más bien, esas malas prácticas traídas por
los déspotas colonizadores, fueron
adquiridas, como parte del desarrollo de la nación.
Dentro de ese ordenamiento
jurídico-político que toda nación atraviesa para la formación de gobierno;
políticos pioneros forjaron una torcida cultura política, fundamentada a
conceptos de caciquismo.
El caciquismo, Knight, Alan [2000] abarca la jerarquía
política, siendo un subgrupo muy grande dentro de un universo aun más vasto de
sistema clientelista. Si bien es cierto, ningún sistema es perfecto, este tipo
de fenómeno, refleja vetas muy marcadas de un autoritarismo y tráfico de
influencia; repercutiendo en sumisión y participación limitada y/o nula.
Algunos caciques pueden ser carismáticos, pero no es la norma;
sin embargo, este tipo de cualidad no garantiza la prosperidad de un gobierno,
más bien, pueden germinar gobiernos mesiánicos por su mal enfoque. El
caciquismo Knight, Alan [2000] es
arbitrario y personalista, en pocas palabras, carecen un plan estratégico cuyos
objetivos no son claros, faltante de
ejecución, más bien, son informales y desordenados. Estás prácticas divergen
con el idealismo de [Platón, Libro VI]
“el gobierno, no se confiará a ciegos
conductores de ciegos, sino solamente a los que posean ideales claros;…”.
Desde luego, con base a ese ideal, le es obligatorio al líder acoger
herramientas de la administración, que le ayude a planear, organizar, dirigir y
control; su gestión tanto administrativa como operativamente.
Bajo un plano ético, es fundamental pensar en el bien común, cuyo fin garantice el bienestar para la mayoría, sin
embargo, el caciquismo Knight, Alan
[2000] solamente recompensa a sus amigos y castiga a sus enemigos. Este
tipo de liderazgo difiere al principio de la imparcialidad y objetividad, su
balanza predomina la subjetividad-bien particular-. Desde luego, ese castigo se
hace efectivo con violencia y sobre-sumisión de la integridad humana, que robustece el autoritarismo y la hegemonía.
Los adeptos a este
modelo adoptan prácticas, que
durante la trayectoria profesional van desarrollados valores anti-éticas, como son Knight, Alan [2000] el fraccionalismo, violencia y prebendas.
La distorsión [1] que ocurre en
países latinoamericanos, donde la pobreza y miseria se encuentran en niveles
altos, han sido insumos para enriquecer a los políticos para ejercer plenamente
el clientelismo.
Estas acciones contrarrestan
con las habilidades que un líder ético y transformativo debe madurar, como es;
la capacidad de influir en los valores, actitudes y creencias, y es responsabilidad de redefinir los valores y la visión de los
seguidores.
3. Conclusión
En la
actualidad, el caciquismo, no es aceptado en países desarrollados, debido su
limitado alcance transformador y resultados superfluos e insostenibles, que más
bien, erosionan las políticas progresistas y humanistas, que muchos países han
instalado en sus naciones. Lamentablemente, regiones como Latinoamérica, cotidianamente están bajo este flagelo
perenne, debido a la adopción y práctica. La adquisión de poder-hegemonía-, la
toma de decisiones equívocas y el bien particular, la creciente violencia, son
los ingredientes para un coctel de fracaso rotundo.
Muchos
políticos deben de realizar una introspectiva minuciosa con el fin de mudar
está practica tan retrograda y abrazar conceptos de vanguardia como es el
liderazgo ético y transformativo.
Las
nuevas generaciones deben extender el horizonte para visualizar y aprender las
nuevas prácticas de los países más progresistas, y por otra parte, odiar
aquellas acciones vanas que muchos gobernantes locales, políticos y
funcionarios, plasman en su pésimo oficio.
Ya no es
aceptable más corrupción, la selección de nuestros padres de la nación debe de
ser objetividad, analizando su trayectoria profesional, laboral y familia, con
el fin de sembrar líderes íntegros. Paralelo a ello, la formación educativa es
un pilar en la actualidad, la nepotismo se debe erradicar.
En Latinoamérica,
la palabra cacique se debe de sacar del léxico, mas bien, debe de sellar en las
presentes y futuras generaciones el liderazgo ético.
4. Bibliografía
Referencia
Knight, Alan [2000]:
Cultura política y caciquismo
Platón. La
República
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