sábado, 28 de julio de 2012

Cultura política y caciquismo


Introducción
            El tema de la cultura política y caciquismo, es sumamente importante y actual, que nos hace reflexionar, como muchas naciones en vías de desarrollo practican ese tipo de gobernación y/o liderazgo.  A través de las semanas que hemos trascurrido se ha aprendido que no solamente el líder carismático le es suficiente para liderar, existen otros ingrediente necesario para transformar, se debe de cumplir factores como: auto-descubrimiento de procesos, además construir un marco de valores, que sirve de base para la formación de una visión colectiva y/o compartida.
            El caciquismo pertenece a la  jerarquía política que encarna autoridad, poder, sumisión que difiere a los conceptos éticos para desarrollar un liderazgo próspero. Carece de ideales bien orientados, no desarrollan el bien común, tienen pensamientos subjetivos, no cultivan una sucesión política trasparente, al contrario practican el nepotismo, y más bien, el caciquismo pertenece al clientelismo.
2.    Desarrollo
            A través de la historia, los países latinoamericanos han pasado por un proceso traumático  de colonización, que en la mayoría de los países ha producido cicatrices, y en la actualidad muchas, no se han sanado; más bien, esas malas prácticas traídas por los déspotas colonizadores,  fueron adquiridas, como parte del desarrollo de la nación.
Dentro de ese ordenamiento jurídico-político que toda nación atraviesa para la formación de gobierno; políticos pioneros forjaron una torcida cultura política, fundamentada a conceptos de caciquismo.
            El caciquismo,  Knight, Alan [2000] abarca la jerarquía política, siendo un subgrupo muy grande dentro de un universo aun más vasto de sistema clientelista. Si bien es cierto, ningún sistema es perfecto, este tipo de fenómeno, refleja vetas muy marcadas de un autoritarismo y tráfico de influencia; repercutiendo en sumisión y participación limitada y/o nula.
Algunos caciques  pueden ser carismáticos, pero no es la norma; sin embargo, este tipo de cualidad no garantiza la prosperidad de un gobierno, más bien, pueden germinar gobiernos mesiánicos por su mal enfoque. El caciquismo Knight, Alan [2000] es arbitrario y personalista, en pocas palabras, carecen un plan estratégico cuyos objetivos  no son claros, faltante de ejecución, más bien, son informales y desordenados. Estás prácticas divergen con el idealismo de [Platón, Libro VI] “el gobierno, no se confiará a ciegos conductores de ciegos, sino solamente a los que posean ideales claros;…”. Desde luego, con base a ese ideal, le es obligatorio al líder acoger herramientas de la administración, que le ayude a planear, organizar, dirigir y control; su gestión tanto administrativa como operativamente. 
            Bajo un plano ético, es fundamental pensar en el bien común, cuyo fin  garantice el bienestar para la mayoría, sin embargo, el caciquismo Knight, Alan [2000] solamente recompensa a sus amigos y castiga a sus enemigos. Este tipo de liderazgo difiere al principio de la imparcialidad y objetividad, su balanza predomina la subjetividad-bien particular-. Desde luego, ese castigo se hace efectivo con violencia y sobre-sumisión de la integridad humana, que  robustece el autoritarismo y la hegemonía.
            Los adeptos a este  modelo adoptan prácticas, que  durante la trayectoria profesional van desarrollados valores  anti-éticas, como son Knight, Alan [2000] el fraccionalismo, violencia y prebendas. La distorsión [1] que ocurre en países latinoamericanos, donde la pobreza y miseria se encuentran en niveles altos, han sido insumos para enriquecer a los políticos para ejercer plenamente el clientelismo.
Estas acciones contrarrestan con las habilidades que un líder ético y transformativo debe madurar, como es; la capacidad de influir en los valores, actitudes y creencias,  y es responsabilidad  de redefinir los valores y la visión de los seguidores.
3.    Conclusión

            En la actualidad, el caciquismo, no es aceptado en países desarrollados, debido su limitado alcance transformador y resultados superfluos e insostenibles, que más bien, erosionan las políticas progresistas y humanistas, que muchos países han instalado en sus naciones. Lamentablemente, regiones como Latinoamérica,  cotidianamente están bajo este flagelo perenne, debido a la adopción y práctica. La adquisión de poder-hegemonía-, la toma de decisiones equívocas y el bien particular, la creciente violencia, son los ingredientes para un coctel de fracaso rotundo.  
            Muchos políticos deben de realizar una introspectiva minuciosa con el fin de mudar está practica tan retrograda y abrazar conceptos de vanguardia como es el liderazgo ético y transformativo.
            Las nuevas generaciones deben extender el horizonte para visualizar y aprender las nuevas prácticas de los países más progresistas, y por otra parte, odiar aquellas acciones vanas que muchos gobernantes locales, políticos y funcionarios, plasman en su pésimo oficio.
            Ya no es aceptable más corrupción, la selección de nuestros padres de la nación debe de ser objetividad, analizando su trayectoria profesional, laboral y familia, con el fin de sembrar líderes íntegros. Paralelo a ello, la formación educativa es un pilar en la actualidad, la nepotismo se debe erradicar.
            En Latinoamérica, la palabra cacique se debe de sacar del léxico, mas bien, debe de sellar en las presentes y futuras generaciones el liderazgo ético.
           
4.    Bibliografía

Referencia

Knight, Alan [2000]: Cultura política y caciquismo
Platón. La República

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